viernes, 12 de octubre de 2007

:: Paseando con Patito ::

Patito está de lo más ocurrente últimamente, toda tarde que estoy en el centro de Ciudad de Buenos Aires me hace ir caminando por las peatonales y de esa manera, mientras caminamos (esquivamos gente) por Florida desde su comienzo lo veo deleitarse con cuanto vendedor y artista encuentra. Muchas veces se queda examinando los mates - ¿este te gusta? – interroga él, yo me hago el zonzo y seguimos mientras dibujo una media sonrisa, luego pasamos por esas jugueterías de mesa que pueblan Florida al 100 y se detiene tan sólo un milisegundo a observar qué hay de nuevo – Trajeron chiches nuevos, ¿viste? – comenta con disimulada indiferencia que sólo marca más su entusiasmo por el descubrimiento de los nuevos divertimentos. Paramos frecuentemente en un Burger King a merendar, o tal vez proseguimos la marcha y tomamos un café con leche y alfajores en Havanna (le encantan los de Dulce de Leche), miramos la gente pasar y nos divertimos viendo cómo Florida se convierte en un Babel horizontal con el pasar señoras y señores que - vienen de otros lugares – me explica él. Emprendemos el regreso casi corriendo para seguir a la multitud y cada cuadra vamos jugando un escondida-zigzag donde nos perdemos y encontramos mutuamente, a veces se esconde detrás de algún señor o señora de generosas medidas y a veces logro confundirlo poniéndome de espaldas en algún kiosco (cómo a un camaleón citadino); cuando llegamos al final de Florida y quebramos el recorrido 45 grados a la izquierda, el tramo entre Plaza San Martín y Retiro se le hacen interminables, no ve la hora de llegar al tren; no lo dije, a Patito le encantan los trenes. Empezamos a agarrar velocidad en la bajada de la calle donde está el edificio de American Express y siempre, pero siempre mientras bajamos Patito se queda con la mirada clavada en el edificio Cavanagh, sigue avanzando pero no mira delante, soy yo el que se enreda tratando de que no lo lleven por delante ni que él termine atropellando algún simpático unicelular o algún que otro pedazo de material emergente del piso; lo tiene extasiado el maldito edificio; siempre le pregunto, ni siquiera se digna a responder o demostrar que me oye, ignora cualquier comentario o cuestionario de mi parte sobre ese edificio, simplemente le encanta creo yo, siempre lo mira, no puede dejar de mirarlo - los demás chicos no actúan así – pienso para mis adentros, pero me hace dudar de mi certeza y lo dejo continuar.
Llegamos a Retiro, pasamos por Jenny y se pone a mirar atentamente la vidriera - ¡cómo si hubieran cambiado algo! – resoplo, - éste no estaba hace tres días – entramos y verificamos que “62 modelo para armar” sigue agotado en esa sucursal – pero si pasamos por 800 librerías, ¿por qué preguntar únicamente acá? – me lamento en vano, dado que mi cabezota está detrás de sus barullos callejeros mientras estamos camino al tren, camino al tren, al favorito de Patito, el súmmum vehicular terrestre. Él no quiere ir en taxi – ¡no se ve nada más que autos que envuelven autos! – acota acertadamente cada vez que trato de convencerlo porque quiero viajar sentado – ¡los taxistas me hablan cuando quiero silencio! – me rebolea la verdad universal del “tacho” y así sacamos 2 boletos de 50 centavos y mientras yo pienso en cuantos millones se gastan en subvencionar una empresa que te lleva como ganado, pero Patito, él sigue pensando que es el manjar vehicular, el paraíso del tránsito, un mundo lleno de descubrimientos como me demostró aquella tarde en que volvíamos a casa y pudimos dar con un lugar (parado pero lugar al fin) cerca de una ventana.
Quienes han viajado en el tren que va a José León Suarez saben que el tren va a nivel y va subiendo hacia puentes y ahí Patito me cuenta que - se ven los autitos correteando a la par del tren, como gatos que corren escapando sin poder saltar, pasándose entre ellos y luego quedan atorados todos juntos en una salida minúscula – se lamenta -¿por qué los autos no vuelan? - inquiere mientras aleja la vista, yo guardo silencio; luego el mismo tren atraviesa puentes de “furioso metal” como los llama Patito – el tren va lento para que el puente no se enoje - me dice bajito tratando de ayudar al tren a no despertar al puente. Más adelante llegamos a la estación “Palermo” y siempre, pero siempre Patito piensa que estamos en otro país – esta estación parece de otro lado – objeta con voz elocuente. Sigue su marcha y pasamos al lado de construcciones que nos muestran sus techos – El tren está muuuy alto ahora, pero enseguida aterriza - me dice mientras nuestro vagón avanza y comienza un descenso lento a media profundidad, como quedando a media altura del piso en algunos tramos, mostrando para el asombro de ambos montones de cosas, como un ombú con sus inmensas raíces a la altura de la cara de Patito y una pequeña pared de la altura de un cerco petiso, ideal para un juego de piratas – ¡mirá tenés para subirte al mástil y en la pared se pone la tabla donde se hace saltar a los piratas malos! – me explica con los ojos brillantes. Más adelante vemos más paredes que, según Patito, sirven para atrincherarse y jugar a la guerra con sus vecinos. Pasamos muchos desniveles – La ciudad está chueca – concluyen sus cálculos infantiles; más adelante vemos un jardín de infantes que está construido debajo de un puente y ahí le agarra la intriga – ¿las maestras de ese jardín de infantes son todas petisas no? – pregunta y yo guardo silencio pensando que tal vez, tiene toda la razón, se lo ve tan chiquito desde el tren…
En eso llegamos, la estación donde bajo y justo suena mi celular
BajoYo: ¿Hola?
Sra. BajoYo: ¿Por dónde andás amor?
BY: Me acabo de bajar del tren, estoy caminando a casa
Sra.BY: Bueno, te veo en un ratito
BY: Te amo
Celular: ¡Clac! (ni tiempo de escucharme, es que los celulares y los teléfonos si bien dicen que no aumentan nada es como que cada vez hablamos más pero hablando menos).
Prosigo mi vuelta a casa solo, Patito se ha desvanecido como siempre, pero sé muy bien que cada vez que haga una caminata por Florida o me suba a un tren, el aparecerá me mostrará una cosa nueva.

10 comentarios:

ojos café dijo...

Sí. Uno como estos estaba esperando yo, desde hace tiempo ;)


Mencantó.

Gioconda dijo...

Lindísimo relato!
A mi me encantaban los trenes cuando era chica también. Porque veía árboles que "corrian carreras al tren y nunca le ganaban" :P
Desde que me tocó estudiar en Ciudad Universitaria y tener que volver en el tren con maquetas y no poder sentarme nunca les empecé a tomar bronca. Ahora no los tomo más :P
Es lo bueno de ser adulta y aprender a manejar jajaja.
Y le sigo ganando a los árboles :P
Besos

La Flor de la Mafia dijo...

Que lindo relato!
Camine por Florida como hace a#os no lo hago con tus palabras...
y el tren...y las msestras enanas...jaja...loschicos...quelindos
Besos

:: BajoYo :: dijo...

Ojitos Me encanta que le encante (y sí, hace tiempo que no aburro a la gente con tantas letras juntas, no?)

Gioco! (si, la rebauticé, em gusta más así, es más Ud "Gioco!" que "Gioconda" ) Seeee... yo los odié también... ahora ya no.
Ahora, cuando conduce y los árboles corren en el sentido contrario...¿no se le hace que se equivocó la dirección en la que va?

:: BajoYo :: dijo...

Flor de la Mafia Se me piantó un lagrimón con tus palabras! (y debo entender que este relato ha sido contagioso...QUÉ BUENO!!!!)

Espero que se solucione lo suyo y le envío un abrazo extra large.

Anónimo dijo...

Muy bueno che, que buen relato !
Ciertos lugares te disparan una nostalgia impresionante !!!

(Aunque la plaza San Martin, el edificio de American Express y el tren a José Leon Suarez, sean tres referentes directos a la ex Sra.Pablus y me disparen la nostalgia al caraxo...)

:: BajoYo :: dijo...

Don Pablus Es en mi caso, rellene usted con los ejemplos que quiera... sino lo voy a tener que diagnosticar de GataFlorismo!

Abrazo!

(sisi, el siempre a mano método del anónimo dedo acusador)

La Flor de la Mafia dijo...

Paso a darte las gracias !

tsukinota dijo...

pero que lindo que es patito y todos tenemos un patito, no?.
te iba a preguntar si leiste las ciudades invisibles de italo calvino. te va a gustar. beso

:: BajoYo :: dijo...

Flor ¿Agradecerme qué? Yo te tengo que agradecer eso que nos contaste!

(y que estén todos bien che!)

Tsukinota ¡Tiene taaaanta razón! Todos tenemos un "Patito" ¡hay que dejarlo salir!

Termino la panzada con Cortazar y te juro que me mando de paseo a comprar su recomendación!

Gracias por pasar y bienvenida!