sábado, 27 de octubre de 2007

:: Cuentos Verdaderos ::

Acceso a la terminal de trenes de Retiro, entre las cientos de personas que avanzamos a tomar el tren, subte o colectivo algo pasa, como que se abren paso, se genera un hueco, esos huecos que uno aprovecha para acelerar, pero esta vez no , no pude, me quedé expectante y a riesgo de mi propia integridad casi me freno, una escena muy poco normal en la ciudad se genera un silencio y va saliendo una señorita de la estación ante la mirada y seguimiento atento de muchos caballeros, ella perfectamente normal pero con algo muy especial, algo como que la iba iluminando cada vez más; se percata de que la miran, ella mira de reojo mientras avanza, su mirada de repente baja y vuelve a subir enfrentando el camino, de su boca aflora una sonrisa como de una niña/mujer que recibe su primer piropo, una sonrisa de felicidad inocentísima mezclada con el descubrimiento de confianza en sí misma, como si dijera “estoy a gusto conmigo misma” y no fuera un mensaje de consuelo, sino su propio descubrimiento de esa sensación. Yo desconcertado, trataba de entender qué significaba esa seguidilla de mirada/sonrisa/esplendor… Pasos más adelante tras sacar mi boleto mi cabeza hizo lo posible por traducirme el hecho presenciado. La mirada de la chica significaba sólo una cosa “El patito feo no era más”, acababa de mirarse en el reflejo del lago y me regalaba ser testigo del nacimiento de un Cisne.

martes, 23 de octubre de 2007

:: Yo que vos lo pienso ::

Si se te cruza por la mente hacer esto:


Pensá que por alguna razón te podría ocurrir esto:




O esto otro...



Al que no le gusten los videos, les explico que es la campaña de la Rock & Pop para las elecciones y NO tienen desperdicio (duran 34 y 30 segundos respectivamente)

sábado, 20 de octubre de 2007

:: Calentura ::

N del A.: Hay que leerlo todo, no hay tutía

Tan solo mirarte me llena de placer…
Recorrer tus curvitas y tu suave (suavísima) piel fresca me pone loco! Como te entregás a mis manos cada vez que me acerco, cómo mis dedos resbalan (¡sí! Resbalan) en ti es algo que estremecería hasta el más avezado de los maestros de estas artes. Pensar que estamos juntos hace tanto y cada día voy y te toco, te toco como si fuera la primera vez. ¡Qué me van a hablar a mí del cansancio, monotonía o rutina! Eso es porque no te conocieron ¡dichoso de mí!
Pensar que a veces no tengo muchas ganas pero igual acudo como un ritual a vos, me calentás! (lo sabés bien) De mañana, tarde o noche… siempre me calentás, no importa el momento te busco, desesperado, como si hacerlo sin vos fuera algo frío y sin sentido; si, sin vos está muy claro que sería un castigo.

Recorrerte, redescubrirte cada vez que te toco y vos, que permaneces fresca y distante de inmediato me entregás calor, bajo y presiono ahí, mágico botón fantasioso que nos vuelve locos a los dos… te miro, clavo mi mirada en vos y mis yemas se dan cuenta de tu escalada térmica; me regalás tu boca encendida y no la puedo besar por miedo a quemarme en ese infierno… yo sigo bajando ya nada nos frena ¡qué me importa el mundo!, no importa nada, quiero ser egoísta y gozar de tu existencia, porque tu calentura me hace bien, tu fuego me limpia y me cura, y sigo bajando pero tus rugidos y temblores se hacen cada vez más grandes, me asusta seguir bajando, vas a explotar y sigo bajando y siento la humedad emanando de tus partes bajas, se me empapan las manos, me quéman!

¡La puta madre! ¡Te pinchaste de nuevo calefón del orto!

viernes, 12 de octubre de 2007

:: Paseando con Patito ::

Patito está de lo más ocurrente últimamente, toda tarde que estoy en el centro de Ciudad de Buenos Aires me hace ir caminando por las peatonales y de esa manera, mientras caminamos (esquivamos gente) por Florida desde su comienzo lo veo deleitarse con cuanto vendedor y artista encuentra. Muchas veces se queda examinando los mates - ¿este te gusta? – interroga él, yo me hago el zonzo y seguimos mientras dibujo una media sonrisa, luego pasamos por esas jugueterías de mesa que pueblan Florida al 100 y se detiene tan sólo un milisegundo a observar qué hay de nuevo – Trajeron chiches nuevos, ¿viste? – comenta con disimulada indiferencia que sólo marca más su entusiasmo por el descubrimiento de los nuevos divertimentos. Paramos frecuentemente en un Burger King a merendar, o tal vez proseguimos la marcha y tomamos un café con leche y alfajores en Havanna (le encantan los de Dulce de Leche), miramos la gente pasar y nos divertimos viendo cómo Florida se convierte en un Babel horizontal con el pasar señoras y señores que - vienen de otros lugares – me explica él. Emprendemos el regreso casi corriendo para seguir a la multitud y cada cuadra vamos jugando un escondida-zigzag donde nos perdemos y encontramos mutuamente, a veces se esconde detrás de algún señor o señora de generosas medidas y a veces logro confundirlo poniéndome de espaldas en algún kiosco (cómo a un camaleón citadino); cuando llegamos al final de Florida y quebramos el recorrido 45 grados a la izquierda, el tramo entre Plaza San Martín y Retiro se le hacen interminables, no ve la hora de llegar al tren; no lo dije, a Patito le encantan los trenes. Empezamos a agarrar velocidad en la bajada de la calle donde está el edificio de American Express y siempre, pero siempre mientras bajamos Patito se queda con la mirada clavada en el edificio Cavanagh, sigue avanzando pero no mira delante, soy yo el que se enreda tratando de que no lo lleven por delante ni que él termine atropellando algún simpático unicelular o algún que otro pedazo de material emergente del piso; lo tiene extasiado el maldito edificio; siempre le pregunto, ni siquiera se digna a responder o demostrar que me oye, ignora cualquier comentario o cuestionario de mi parte sobre ese edificio, simplemente le encanta creo yo, siempre lo mira, no puede dejar de mirarlo - los demás chicos no actúan así – pienso para mis adentros, pero me hace dudar de mi certeza y lo dejo continuar.
Llegamos a Retiro, pasamos por Jenny y se pone a mirar atentamente la vidriera - ¡cómo si hubieran cambiado algo! – resoplo, - éste no estaba hace tres días – entramos y verificamos que “62 modelo para armar” sigue agotado en esa sucursal – pero si pasamos por 800 librerías, ¿por qué preguntar únicamente acá? – me lamento en vano, dado que mi cabezota está detrás de sus barullos callejeros mientras estamos camino al tren, camino al tren, al favorito de Patito, el súmmum vehicular terrestre. Él no quiere ir en taxi – ¡no se ve nada más que autos que envuelven autos! – acota acertadamente cada vez que trato de convencerlo porque quiero viajar sentado – ¡los taxistas me hablan cuando quiero silencio! – me rebolea la verdad universal del “tacho” y así sacamos 2 boletos de 50 centavos y mientras yo pienso en cuantos millones se gastan en subvencionar una empresa que te lleva como ganado, pero Patito, él sigue pensando que es el manjar vehicular, el paraíso del tránsito, un mundo lleno de descubrimientos como me demostró aquella tarde en que volvíamos a casa y pudimos dar con un lugar (parado pero lugar al fin) cerca de una ventana.
Quienes han viajado en el tren que va a José León Suarez saben que el tren va a nivel y va subiendo hacia puentes y ahí Patito me cuenta que - se ven los autitos correteando a la par del tren, como gatos que corren escapando sin poder saltar, pasándose entre ellos y luego quedan atorados todos juntos en una salida minúscula – se lamenta -¿por qué los autos no vuelan? - inquiere mientras aleja la vista, yo guardo silencio; luego el mismo tren atraviesa puentes de “furioso metal” como los llama Patito – el tren va lento para que el puente no se enoje - me dice bajito tratando de ayudar al tren a no despertar al puente. Más adelante llegamos a la estación “Palermo” y siempre, pero siempre Patito piensa que estamos en otro país – esta estación parece de otro lado – objeta con voz elocuente. Sigue su marcha y pasamos al lado de construcciones que nos muestran sus techos – El tren está muuuy alto ahora, pero enseguida aterriza - me dice mientras nuestro vagón avanza y comienza un descenso lento a media profundidad, como quedando a media altura del piso en algunos tramos, mostrando para el asombro de ambos montones de cosas, como un ombú con sus inmensas raíces a la altura de la cara de Patito y una pequeña pared de la altura de un cerco petiso, ideal para un juego de piratas – ¡mirá tenés para subirte al mástil y en la pared se pone la tabla donde se hace saltar a los piratas malos! – me explica con los ojos brillantes. Más adelante vemos más paredes que, según Patito, sirven para atrincherarse y jugar a la guerra con sus vecinos. Pasamos muchos desniveles – La ciudad está chueca – concluyen sus cálculos infantiles; más adelante vemos un jardín de infantes que está construido debajo de un puente y ahí le agarra la intriga – ¿las maestras de ese jardín de infantes son todas petisas no? – pregunta y yo guardo silencio pensando que tal vez, tiene toda la razón, se lo ve tan chiquito desde el tren…
En eso llegamos, la estación donde bajo y justo suena mi celular
BajoYo: ¿Hola?
Sra. BajoYo: ¿Por dónde andás amor?
BY: Me acabo de bajar del tren, estoy caminando a casa
Sra.BY: Bueno, te veo en un ratito
BY: Te amo
Celular: ¡Clac! (ni tiempo de escucharme, es que los celulares y los teléfonos si bien dicen que no aumentan nada es como que cada vez hablamos más pero hablando menos).
Prosigo mi vuelta a casa solo, Patito se ha desvanecido como siempre, pero sé muy bien que cada vez que haga una caminata por Florida o me suba a un tren, el aparecerá me mostrará una cosa nueva.

viernes, 5 de octubre de 2007

:: No me lo guardo ::

Hay dos graves conductas destructivas, en realidad tengo identificadas 2, que no deben ser cometidas a mi humilde entender (y me esfuerzo día a día en no cometerlas) :

1- No preguntar.
2- Ocultar qué le gusta a uno y qué no.

Si nos guardamos esas cosas terminan generando cancer de ignorancia galopante en nuestro marote y/o un piquete de papilas gustativas del alma...

Sepan Ustedes que ejerzo este egoísmo extremo en pos de mi propia salud.

miércoles, 3 de octubre de 2007

:: El traje de constructor ::

Eran las 7 de la tarde del domingo pasado, estuvimos en pleno fin de semana familiero, como me gusta (como nos gusta) , yo había estado mal el sábado y ya repuesto apenas estaba tratando de recompensar por las horas que les hice perder a las jefas... en esas vueltas que uno se pega por la casa escucho a lo lejos un ruido de cuerdas y una vocecita que canta (no al ritmo de las cuerdas). Me sonrío - encontró la guitarra, mirá si es bruja - pienso; ella había estado todo el fin de semana sacando bolsas y bolsas repletas de reencuentros, reencuentros con sus viejos juguetes; todavía no entiendo cómo se sorprende nuevamente al ver sus viejos juguetes, es algo maravilloso, ese reencuentro y cómo se acuerda de cada accesorio y lo reclama; y había reclamado la guitarra seguro que hasta le indicó a la madre dónde estaba y todo.

Yo emprendo el regreso al living y me encuentro con la Princess cantando el abecedario y tocando la guitarra, me la dá y yo trato de tocar un par de cuerdas como para que siga inspirada y siga cantando (recién ahora nos canta, antes se escondía para hacerlo), al montarme la guitarra noto, para mi sorpresa una rajadura lateral enorme! y sin pensar (realmente sin pensar) exclamé - ¿¿¿y éstoooooo??? ¡No puede ser! ¡Cómo ocurrió esto! - tomé aire y caí inmediatamente en que todos me miraban, la Princess se había ido corriendo a refugiarse en la madre y que si tuviera un espejo mis ojos seguro estarían casi fuera de sus órbitas...

Craso error, tomado el aire, BY largó la guitarra y le explicó a Princess que esa guitarra tiene generaciones en la familia, que le duele mucho verla rota y que se puso triste y se asustó por la guitarra...

Papá acababa de demostrarle a Princess que se puede sentir triste por algo material, tal cual ella se pone triste cuando se le rompe algo y papá le dice "No importa Princesita, lo arreglamos".

Hice todo para cambiar el clima hasta que la pegué cantando despacito "rema rema sin parar, qué felicidad...". Y todo fue volviendo a la normalidad, al menos eso creía yo...

Más tarde, esa noche, Princess reclamaba una porción de leche para dormirse, la jefa mayor se escapó a la cocina y me quedé a solas con ella, mientras hablábamos de princesas, piratas y marineros, Princess me dijo: "No esté triste papá, Mamá me va a "ponir" (poner) el traje de constructor para arreglar la guitarra".

ME MATÓ